Durante los "12 años", los policías asesinos eran "incontrolables"; ahora son "manos invisibles"

Por Robert Vargas / Mi opinión

Santo Domingo Este.- Lo malo de vivir mucho es lo poco que le queda a uno de vida. Lo bueno es que, observando el pasado, entendemos mejor el presente y el futuro.

Así, mirando "hacia atrás", recuerdo aquella expresión de Joaquín Balaguer, el dictador ilustrado, en la que afirmaba que en la Policía Nacional existían fuerzas "incontrolables" a las que responsabilizaba de la orgía de sangre que auspició durante los fatídicos "12 años".

Ahora, el Jefe de la Policía, el mayor general Rafael Guillermo Guzmán Fermín, se destapa diciendo que quienes auspician los asesinatos de civiles desde dentro de la institución que dirige son "manos invisibles".

Lo dijo como si se tratara de una denuncia. A él no le luce denunciar. El es el jefe de la policía, no es un ciudadano de a pie cualquiera.

Balaguer recurrió a mencionar a los "incontrolables" cuando la opinión pública se volcó en su contra ante tantos asesinatos cometidos por la policía.

Guzmán Fermín habla de las "manos invisibles" cuando el país ha reaccionado con espanto luego que una patrulla le metiera una bala en la nuca a chico de 23 años, estudiante de derecho, porque no quiso detenerse en un lugar oscuro, y después que un anciando de 81 años fuera asesinado por el mismo motivo por otra patrulla.

Durante aquellos 12 años de sangre, terror, espanto y luto, quedaba claro que los "incontrolables" hacían el trabajo sucio del que disfrutaba Balaguer.

Ahora, todo parece indicar que son las "manos invisibles" de la Policía las que hacen el trabajo sucio que, muy posiblemente, cuenta con la anuencia del presidente académico.

No parece que exista mucha difrencia en cierta forma de actuar entre maestro y alumno.

Aquella vez lo justificaban con el pretexto de que se combatía al "comunismo ateo y disociador".

Ahora lo justifican diciendo que combaten la delincuencia.

Balaguer y Leonel, en tiempos distintos, se abrogan el derecho de ejecutar a ciudadanos, cada cual con sus pretextos, pero ejecuciones al fin y al cabo.