Por: Darwin Féliz MatosEl 6 de Marzo los miembros del PRD tenemos la obligación de celebrar un año más de la llegada al mundo de nuestro líder insustituible, el Dr. José Francisco Peña Gómez, que no existirá mayor honra que celebrar una convención diáfana y transparente que permita consolidar la unidad después del proceso y pasar un balance de los excesos, desviaciones y tragedias del proceso democrático.
Nosotros, que estamos en la obligación de transitar el sendero de las rectificaciones no podemos renunciar al anhelado deseo de amplios núcleos ciudadanos que, al pretender recomponer las organizaciones, aceptemos no repetir los desbordamientos que nos sacaron de la ruta de transformaciones fundamentales porque los pleitos internos imposibilitaron el desarrollo de una agenda de país afín al histórico compromiso del PRD.
Los perredeístas con sentido de racionalidad debemos entender que una parte de la nación nos observa con ojo crítico y espera que los compromisos institucionales futuros no sirvan para reproducir prácticas del pasado.
Aprovechar el disgusto de la población ante un gobierno que ha sido la mayor estafa, debido a que el frenesí de muchos peledeístas durante estos siete años en la acción descarada de disponer de los recursos públicos y manejar las dependencias del Estado como si fueran feudos privados de los incumbentes, los ha metido en un laberinto deambulando de escándalo en escándalo.
Que con la mentira y el engaño, intentan tranquilizar la rabia que causan con sus acciones a toda una población, que padece de los apagones más largos, la inseguridad ciudadana más alarmante, justificándose ellos mismos por el supuesto y valioso servicio que rinden al gobierno al que sirven, sin importarles el pueblo al que se deben y cuyo dinero dilapidan y llegan al convencimiento de que son injustos los reclamos de los que padecemos los incontables abusos a que las actuales autoridades nos tienen compelidos.
Para volver al poder el PRD necesita lograr su propia unidad, no una unidad de declaraciones o apariencias. Necesita una unidad real, por tanto, es imprescindible reforzar nuestra institucionalidad desarrollando una convención donde las diatribas internas no destruyan el futuro de la organización y de la patria.
La Santa Biblia establece que “Todo reino dividido contra sí mismo es asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma no se mantendrá en pie” [Mateo 12:25].
Ninguno de los precandidatos puede pensar que los demás candidatos no hacen falta para ganar, ninguno pue pasar por alto que si queremos unidad cada uno de nuestros aspirantes a candidato presidencial tiene que competir sin herir y limpiamente.
Solo compitiendo sin herir y limpiamente podemos construir entre todos, la fuerza que necesitamos para ganar.
Para que las nuevas generaciones vean al PRD como una organización partidaria en capacidad de interpretar los reclamos de una ciudadanía que cansada de falsedades e hipocresías oficiales desea un partido diferente y comprometido con no reproducir los errores del pasado.
José Marti no se equivoco cuando dijo que “Nuestro vino es agrio, pero es nuestro vino”, si sacamos provecho a la desbordarte simpatía que los ciudadanos expresan por nuestra organización llevaremos al Partido de nuevo al poder que con alternabilidad todos tendrán oportunidad, no olvidemos que con el proceso convencionario está en juego el fututo del PRD y el de la nación.
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