
Santo Domingo Este.- Hace algunos años, por allà, por la segunda mitad de los `90, le comentaba a algunos amigos reporteros, como yo, que "en el futuro los periodistas que quieran sobrevivir en su trabajo deberán saber usar muy bien las computadoras, hacer fotografías y video y aprender html (un lenguaje de diseño de página web), también deberán conocer algo de Photoshop y usar Internet".
Cuando lo dije, mis interlocutores dejaron escapar por lo bajo una sonrisa como queriendo decir "qué pendejo está este".
Otro me dijo en mi cara que "tù tienes mentalidad de esclavo. Pretendes que uno sea un todologo para que los dueños de los medios le paguen a uno menor salario por mayor trabajo".
La conversación terminó ahí, sin mayores debates ni consideraciones. Hoy, en el año 2009, la realidad parece que nos concede un poco de razón.
Los periodistas que mejor "parados" están para afrontar la debacle de la prensa escrita dominicana, la radio y la televisión, son los que están mejor preparados para afrontar el periodismo digital en auge, mientras que el impreso se derrumba.
Ya pasaron a "mejor vida", los periódicos La Noticia, Ultima Hora, El Sol, El Expreso, El Siglo, La Nación, Revista 110 (impreso), y una multitud de iniciativas particulares impresas.
Pero, vamos por parte, como Jack, El Destripador.
Primero veamos el caso de la radio.
Este es un medio brillante, poderoso y, bien utilizado, da la oportunidad de tener resultados asombrosos.
Su condición de aportar la inmediatez lo coloca en posición de ventaja sobre otros medios. Es suficiente que ocurra el hecho noticioso para que el reportero se presente al lugar y, con un telèfono móvil o un radio transmisor en manos, comience a narrar lo que allì ocurre.
No necesita maquillajes especiales, colocarse bajo la sombra, secarse el sudor, instalar equipos de tranmisión costosísimos. Nada de eso. ¡Hasta con un Arcatel lo puede hacer!
Los costos de transmisión podrían ser disminuidos si la empresa invirtiera en un transmisor portàtil. Se ahorrarían una montaña de dinero en llamadas telefónicas.
Esa capacidad de la radio de llegar de inmediato a cualquier lugar de manera simultánea, requiere, sin embargo, de reporteros que estén bien dotados intelectualmente hablando. Que conozcan su trabajo, que sepan narrar y que sepan decir las cosas.
En la actualidad, lamentablemente, muchos de nuestros reporteros son incapaces de improvisar una transmisión en directo. Carecen de los conocimientos que le sirvan de soporte para su trabajo. Peor aún, no muestran el mínimo interés por superar su condición de semi analfabertos titulados.
A pesar de las ventajas indiscutibles de la radio (la Z-1001 es un ejemplo de esto), el periodismo radial dominicano afronta un terrible mal: el control que sobre ella ejerce el Gobierno y los grandes grupos económicos.
Ese control ha pulverizado aquel periodismo que cautivó a la población.
Quedan en la memoria brillantes noticiarios como "Notisiempre Cristal", y la ya desaparecida vigorosidad de "Notitiempo", "Noticiario Popular" y "Radio Mil Informando" y "Cadena de Noticias ", de la desaparecida Radio Central.
Daba gusto escuchar a reporteros de la talla de Bonaparte Gautreaux Piñeyro y hasta al hoy general de policía Simón Díaz.
Eso, lamentablemente, ya se perdió.
La radio capitalina carece de informativos agresivos, que busquen la verdad hasta debajo de las piedras.
Los mayorcitos, como yo, tenemos aún fresca en la memoria loque ocurría cuando en el país acontecía algún hecho noticioso de alto interés para todos: la gente sintonizaba la radio en la inteligencia de que, en cualquier momento, los reporteros harían su trabajo.
Era tanto el impacto de los informativos que hasta parodias exitosas fueron hechas sobre ellos.
Las transmisiones "desde el lugar del hecho" le agradan al público. Impactan. Generan estados de ánimos.
Todavía permanece en la memoria lo que aconteció aquel Abril de 1984 cuando sonaron los redoblantes de Radio Popular y la voz ponetìsima de Don Pedro Pérez Vargas anunciando a "la unidad movil de Radiio Popular en acción".
Fueron tantos los reportes, verídicos todos, desde distintos lugares que, de alguna manera, contribuyeron a generar un ambiente explosivo que derivó en la mayor rebelión popular de toda la historia de la República Dominicana en su historia moderna.
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