Por Viriato SenciónSanto Domingo RD.- Yo no milito al lado de Narciso Isa Conde. Sé que los años me han acobardado. Esta vejez achacosa y con pocos recursos me conduce a la mecedora, a la palabra, que es mi único instrumento de lucha.
Y ni siquiera con la palabra puedo contar mucho, pues los medios se me niegan, viéndome en la obligación de recurrir a los alternativos y en último caso a mi blog, refugio final de mi libertad. Y a la publicación, como pueda, de mis novelas, en las que nadie puede censurarme.
Y así voy consumiendo mis últimos años de vida.
Hay una cosa con la que no transijo: con la paz de mi conciencia. No permito que nada perturbe mi sueño, mi sagrada almohada. Así veo la luz de la mañana con limpieza, con tranquilidad. Por que si de algo vivo enamorado es de la mañana, ahora que comprendo el crepúsculo de la tarde.
Yo escribí en mi novela “El pacto de los rencores”, que Narciso Isa Conde es el político dominicano vivo más ilustre, que coherente, valiente, por encima del vendaval de los sonrojos, ha sabido mantener viva la esperanza liberadora del pueblo dominicano.
Hay un viejo y acertado adagio que dice: “Dime con quien andas y te diré quien eres”.

Viriato Sención
Amigos de Narciso son los periodistas más dignos del país, como Nuria Piera, Juan Bolívar Díaz, Robert Vargas...; son los dignatarios más avanzados de América, como Correa, Chavez, Morales y Castro, son aquellos guerrilleros colombianos que sostienen, gústenos o no, una guerra valiente y sostenida en contra de un sistema injusto y un ejército extremadamente represivo y corrupto.
Amigos de Narciso somos tantos dominicanos, que aunque no nos lancemos a la calle con él a recibir las patadas y los palos de la policía criminal y cobarde, al menos observamos como niños asustados, con pasmosa indignación, estos actos de naturaleza asesina y definitivamente reprochables.
Narciso merece respeto de nuestro pueblo y de nuestras instituciones, como el homenaje que le rindió La Universidad Autónoma de Santo Domingo recientemente. Como el que le rinden permanentemente los hombres y mujeres con sentido del honor y la vergüenza.

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